Como lo iba a saber. No tenía como saberlo. Que lo besaría hasta el cansancio por cada sílaba de sus ideas mezcladas, sus palabras intensas. Que respiraría el aire cálido de su boca, y sonreiría. Que nos besaríamos hasta perder la noción del tiempo, hasta sentir los minutos como fracciones de segundo. Que me apoyaría en su pecho sin querer irme nunca. Que se escondería en mi cuello y yo sentiría cosquillas. Que mis dedos a punto de la hipotermia buscarían sus manos cálidas, para quedarse ahí como fuera. Que él sonreiría con mis sonrisas, y que cantaría en los silencios. Que dormiríamos juntos sin dormir, riéndonos de cosas simples mientras amanecía y que el té se enfriaría, y sentiría su sangre temblando, y mi corazón al borde de la muerte. Que caminaríamos horas, y yo no pararía de reír.
Que de su boca armaría un rompecabezas de sonrisas.
Que le tomaria su mano de manera tan sutil que él no pudiera notarlo. Cómo saber que me quedaría abrazada a él en las noches, que lo miraría entremedio de sus pestañas y que lo sentiría mirándome cuando yo no lo miraba. Que me quedaría con su olor en las manos, y me iría a dormir después sintiéndolo como si estuviera todavía conmigo. Que no sabría cómo saludarlo la siguiente vez que lo viera.
Que me acostumbraría a su nombre en mi voz, que repetiría su nombre como método para no extrañarlo tanto. Cómo haber sabido que una canción en valparaíso entre cientos de personas alrededor serían cómplices de la primera vez en que lo sentiría tan cerca, tan delicado. Él, acercándose lentamente a mi boca, y yo sin pensar en nada, pero sintiendo los latidos profundos de la música entre ambos.
Que sería él en lo que pensaría al dormir, y al despertar, y que todo lo que quise alguna vez, ahora todo eso fuera él, pero yo no lo sabía. No tenía cómo saberlo.