sábado, 31 de julio de 2010

Me lo dijo el humo al respirarlo

En realidad no se si fue el humo, o la nicotina, o el filtro, en realidad no sé quien me lo dijo.
Quizás si tenga razón con mi primera hipótesis y si haya sido el humo.
Pero me senté sobre el mueble grande, que cubre la gran mayoría de mi habitación. Miré por mi ventana, mientras sostenía mi mano izquierda el cigarro más largo que he sentido consumirse en mis pulmones.
Por un momento quise pausar el tiempo. Mirar el reflejo de unos ojos que querían protegerse de ese humo.
Un humo gris que se consumía formando ondas hacia el techo.
Lo observaba, lo ataba a ratos. Lo sentía. Sentía que estaba aquí, conmigo,
presente y ausente a la vez. Que se iba y que volvía. Que me atajaba. Que me sacaba del agujero en donde me encontraba. Me abría los ojos, mis ojos. Esos mismos ojos que observaba reflejados, esos ojos temerosos de el.
Me ataba a mi. Quería quedarse conmigo. Ahora -la verdad es que siempre-
Es verdad, estas acá, ligero, suave, blanco y gris a la vez.
Estas quedándote, cubriendo toda mi habitación de ti.
De lo que traes, lo que distraes, lo que extraes de ella, de mi.
Viniste, te quedaste. Humo, no logro esquivarte.
Pequeño, ahora gigante, te sonrió, parece que tú también me estas sonriendo.
Humo; comienzo hacerme adicta a ti, comienzo a necesitarte cada vez más.
Humo; no creerías toda la paz que me das.
Gracias por acompañarme, gracias por llegar.
Gracias por quedarte.

Humo; me ayudaste.-

1 comentario:

  1. humo, yo tambien amo el humo, tambien me hace sentir en paz ! amo el humo, pero no el cigarro.

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