Ayer mi papá estaba en el pasillo e intentaba poner un tema de conversación. Mientras yo tenia la vista fija en un pedazo de papel que intentaba convertir en un barquito.
Cada vez se iba acercando más a mi habitación para posar su cabeza entre el espacio de la puerta que divide ese mundo de personas ajenas que se hacen llamar mi familia y mi territorio.
Luego de haber soltado tres preguntas, sin recibir ninguna respuesta de mi parte.
Soltó su rabia por mi indiferencia y la pusó en una frase que casi siempre escuchó decir de mi mamá.
Se la apropió esta vez él y se limitó a cerrar la puerta y decirme :
"Esa no es la Francisca que yo conozco".
En ese momento sentí que debía dejar de doblar el papel, abrir la división entre ellos y yo y responderle que en realidad él nunca me ha conocido.
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