Escribir es como una parte de mi. Es como una parte de mi brazo, de mis pestañas, de mis uñas malcomidas.
Escribir a resultado ser el desahogo habitual de cada etapa. Un vomito a todo lo que no puedo contener por mucho tiempo. Escribir me alivia el dolor. El dolor que quema mi pecho cuando despierto. El dolor inexplicable, el dolor ajeno al cuerpo, el dolor que te come por dentro. Del despojo de un sentimiento o mejor dicho del desgarro del alma, del corazón.
Podría decir que las posibilidades que se repita la misma etapa son muchas.
Incluso sin querer repetirlas.
martes, 1 de mayo de 2012
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